Casa rural Herencia de Ganaderos. El Sueño rural que se hizo realidad. (primera parte).
Permitid que me presente. Mi nombre es Miguel G y soy propietario de Casa rural Herencia de Ganaderos. Me gustaría contaros mi historia. La historia de un sueño que se hizo realidad tras 24 años.
La historia comienza con mi primer sueño cumplido.
Hacia mediados de 1997, yo andaba enfadado con el mundo: habíamos puesto a la venta la casa de pueblo de mis abuelos Luciano y Aurelia, que con tanto amor y esfuerzo construyeron, y las ofertas que nos llegaban no estaban a la altura ni de la casa ni de lo que esta había significado para ellos. Yo pensaba que el lugar que había albergado sus sueños merecía otra cosa, así que un día la quité de la venta y me propuse transformarla en la primera casa de turismo rural de la localidad de San Martín de la Vega del Alberche. Allí se alojaría todo aquel que quisiera huir del ritmo loco de la urbe; sería un remanso de paz, un lugar para conectar con la naturaleza y con uno mismo.
Pero debido a que la construcción se encontraba en muy mal estado, ya que a lo largo del tiempo había pasado de ser vivienda a almacén, caballeriza y horno de pan, el proyecto no iba a ser fácil. Tenía ante mí una larga y compleja restauración, pero seguro que a estas alturas ya habéis adivinado que los retos no son un obstáculo para mí, ¿verdad?
Lo primero que había que hacer era buscarle un nombre. Tras muchas vueltas, decidí que el más apropiado sería Casa rural Fuente Alberche, pues así rendía honor al río que nace en nuestro término municipal. No imaginé entonces que, tras unos años, y muy a mi pesar, tendría que cambiarlo por el de Casa rural Herencia de Ganaderos. ¿Y eso por qué?, pensaréis. Pues eso fue debido al plagio que sufrí por parte de la Granja Escuela que años después se construyó en la localidad. Dicha granja, aprovechando que yo no había registrado la marca, la usó sin autorización, lo cual generaba confusión a mis clientes y a los suyos, pero le reportaba una publicidad gratuita que no habría tenido de haber empezado desde cero.
Sé que podría haberles denunciado por ello, e incluso haber ganado el juicio, pero creo que hice lo correcto al no seguir adelante, ya que el coste económico y de tiempo no me habría compensado. Eso sí, como dicen en mi pueblo, “que le aproveche”. Yo preferí cambiar de nombre y pasar página.
Siguiendo con los pasos que me llevaron a cumplir mi sueño, tengo que decir que tomar la decisión no fue nada fácil. Por aquel entonces yo trabajaba en dos proyectos que ocupaban gran parte de mi tiempo, y además estaba el tema del elevado coste que implicaría restaurarla, pero existía un sentimiento de obligación para con mis abuelos, los mencionados Luciano y Aurelia. Finalmente, ese sentimiento fue superior a cualquier clase de impedimento, sobre todo cuando recordaba su esfuerzo diario con el campo y con el ganado, y gracias al cual pudieron dar un futuro a sus cuatro hijos: Manolo, Pilar, Miguel y Lorenza. Gracias a tanta dedicación, sus hijos y nietos pudimos disfrutar de una infancia feliz, llena de maravillosas experiencias y una hermosa relación con el campo y los animales, vivencias que marcaron nuestra personalidad y nos aportaron el amor que hoy en día sentimos por nuestra localidad, sus vecinos y la hermosa tierra abulense.
Pero una vez tomada esta decisión tocaba remangarse, buscar tiempo de donde no lo había y ponerse manos a la obra para concretar el proyecto. Y la verdad es que la cosa no fue fácil, aunque sí reconfortante. Y os preguntareis por qué.
Sería muy difícil describir todos los puntos, así que aquí os hablaré solo de los más importantes, tanto buenos como malos, esperando que, si alguno de vosotros tiene en mente realizar un proyecto en vuestro pueblo, mi experiencia os sirva para animaros a encontrar esa confianza que se necesita para dar el primer paso. Y es que son múltiples las ventajas de desarrollar un proyecto de futuro en un pequeño pueblo, empezando por la calidad de vida que te aportará. Pero sigamos con mi historia.
Yo sabía que tendría que trabajar duro y que tendría que superar algún escollo, pero no imaginaba que los escollos iban a ser muchos. El primero, y el más importante, lógicamente, es buscar financiación. En mi caso no fue fácil, ya que en ese momento existían nulas ayudas, debido a que, durante muchos años, cientos de personas se habían aprovechado fraudulentamente de los fondos de la Comunidad Europea destinados al desarrollo rural. Solicitaban ayudas para proyectos de alojamientos de turismo rural y, tras unos pocos años, abandonaban el negocio, quedándose, eso sí, con una bonita vivienda privada en la que habían invertido bien poco. Cuando las administraciones detectaron esta práctica, cortaron el grifo de forma radical, con lo cual a los nuevos inversores, como yo, no nos quedó otra que buscar financiación privada, con los consabidos intereses. Lo llaman pagar justos por pecadores. Y es que este país fue, es y será siempre el país de Zalacaín y el Lazarillo de Tormes, mal que nos pese y por más que muchos lo intentemos cambiar.
El segundo de los escollos fue que, debido a mi gran desconocimiento sobre la burocracia y el coste de las administraciones, tuve que pagar importes elevados para obtener las licencias que necesitaba para realizar la reforma. Importes que no estaban contemplados en el presupuesto del proyecto, claro.
Una vez obtenidas estas licencias, fui un ingenuo al pensar que recibiría todas las facilidades por parte del Ayuntamiento de la localidad para realizar las obras. Nada más lejos de la realidad. Yo desconocía que el Secretario adjunto del Ayuntamiento estaba inmerso en un proceso de prevaricación, y no entendía por qué continuamente recibía cortapisas y zancadillas como la de tener que contratar al arquitecto del Ayuntamiento para no tener problemas en la concesión de la licencia definitiva de habitabilidad. No tragué con lo que se me imponía y el resultado fue que me la negaron y tuve que denunciar. Así las cosas, el proyecto se demoró en su finalización más de cinco años, con un aumento de los costes del 25% más sobre lo inicialmente calculado. Todo esto provocó más de un disgusto y alguna que otra lagrima a una de las personas que más quiero, mi madre, quien desde el primer instante intuyó que esto podría pasar e intentó por todos los medios que este proyecto no fuese adelante. ¿Quién mejor que ella para conocer a las personas con las que tantos años había convivido? Gracias a Dios este funcionario fue juzgado y condenado, y no volverá a hacer más daño a nuevos emprendedores. En cuanto al equipo de gobierno y a su alcalde, tampoco me pusieron las cosas fáciles y me gustaría pensar que fue debido a su desconocimiento, dejándose aconsejar por este nefasto funcionario. Pero ¿quién dijo que las cosas fuesen fáciles?, y menos en un pueblo pequeño.
La cosa, sin embargo, no terminó aquí. Aunque yo tengo estudios de Delineación, el ajustado presupuesto me hizo tomar decisiones poco acertadas en cuanto a la empresa que realizaría la obra, ya que esta me creó cientos de problemas y disgustos. Durante mucho tiempo tuve que desplazarme aquí desde Madrid, todos los fines de semana, para resolver los marrones que me había montado la empresa. No me quedó otra que resolver el contrato y buscar operarios que me ayudasen a finalizar las obras. Este fue otro de los motivos de que la culminación del proyecto se demorase un año y se incrementasen de nuevo los costes.
Pero estas y otras piedras en el camino no fueron suficientes para hacerme desistir y sentirme orgulloso y feliz de haber conseguido cumplir mi sueño, y todo ello sin haber perdido nunca los cuatro pilares que me han sostenido siempre: ilusión, trabajo, disciplina y esfuerzo. A toro pasado puedo decir bien alto que es mayor la recompensa personal que los malos momentos vividos.
Porque, si inaugurar una Casa de turismo rural está bien, hacerlo en la localidad de vuestros ancestros es algo emocionante, es una manera de cerrar el círculo y devolverles parte de su historia. Además, estoy convencido de que esta acción dio pie a otros a llevar a cabo sus proyectos de turismo y hostelería, los cuales, sumados a los ya existentes de los ganaderos y empresas de la zona, están consiguiendo ser una fuente de trabajo directa e indirecta continuada. Es decir, están evitando que la localidad pase a formar parte de la mal llamada España Vaciada.
Y es que, en mi modesta opinión y desde el conocimiento de la problemática rural, por mucho que los políticos y medios de comunicación intenten hacernos ver que la solución a la despoblación es relativamente fácil, esto no es cierto. Será difícil y solo se conseguirá si existe buena voluntad de las administraciones en invertir con sentido común nuestros impuestos. ¿Cómo? Con el fin de mantener y mejorar las infraestructuras existentes: escuelas, centros médicos, residencias, telecomunicaciones, nuevas tecnologías y carreteras. Ayudando de esta forma a facilitar el futuro de los actuales residentes de estos pueblos y de cualquier otra persona o familia que se lo plantee, sin poner puertas al campo con trabas, leyes injustas y burocracia. Apoyando el desarrollo de las asociaciones de las zonas rurales que luchan por conservar la cultura y desarrollar nuevos proyectos en el ámbito de la ganadería, agricultura, el turismo y el Ocio/Cultura. Y por último, y lo más importante, apoyando económicamente a todos esos inversores privados que pretendan desarrollar proyectos nuevos. Solo así se conseguirá que los pueblos tengan un futuro y los jóvenes no se marchen a las urbes a cumplir sus sueños. Pero, claro está, es más rentable y fácil apoyar chiringuitos de amigos que hacer lo que realmente se debe hacer. Les recuerdo que no solo en las ciudades se paga impuestos y se vota.
Pero si hay algo que realmente recompensa todo el esfuerzo empleado, es comprobar cómo tus seres más queridos reconocen tu trabajo. Los míos, con el fin de motivarme, porque saben que nada me gusta más que ir contracorriente, intentaron hacerme creer que nadie pagaría por alojarse en una vivienda rural situada en un pueblo perdido de la mano de Dios, en medio de montañas y rodeada de ganado, gallinas y cerdos. Mereció la pena comprobar cómo se equivocaron al no ver el potencial turístico que yo sí le vi y sigo viendo a nuestra hermosa localidad y a la zona. Ahora disfrutan enseñándolo a familiares, amigos y conocidos, y sintiéndose tan orgullosos del proyecto como yo. Y es que si eres fuerte y constante, tu ilusión prevalecerá sobre todo lo demás. No hay nada como ver que docenas de personas de distintos puntos geográficos depositan su confianza año tras año en tu casa rural, poniendo en tus manos sus días de descanso para conocer la localidad en la que se enclava tu alojamiento, así como las colindantes y todas las actividades que estas les ofrecen. Y recibir de ellos lo más valioso: amistad, consejos, conocimiento y valoraciones positivas de su estancia. Gracias de todo corazón por escoger Casa rural Herencia de Ganaderos y visitar la zona norte de Gredos.